Una historia que nació del corazón y la hermandad
En el pequeño pero vibrante municipio de El Rosario, Sinaloa, se escribió una página que quedará en la memoria del deporte nacional. Por primera vez, lo mejor del basquetbol mexicano se reunió en un mismo lugar, convocado no solo por el amor al juego, sino por algo más profundo: la amistad, la unidad y el propósito de transformar vidas.
Este encuentro no fue casualidad. Fue el resultado del esfuerzo, la visión y el liderazgo de una persona que ha sabido unir caminos y corazones; Javier Rodea, presidente de la Fundación Usos, Costumbres y Tradiciones de los Pueblos del Mundo, A.C.
Su compromiso con los pueblos indígenas, con el deporte y con la construcción de una identidad que une a México desde sus raíces, ha hecho posible lo que antes parecía inalcanzable. Así, generaciones de deportistas pudieron reencontrarse, reconocerse y abrazarse bajo una misma causa: la hermandad.
El Rosario, cuna de un encuentro que marcó historia





El Rosario fue más que una sede. fue un símbolo de unidad nacional, un punto de encuentro entre amigos, entrenadores, jugadores y soñadores que, sin importar el paso del tiempo, mantienen encendida la llama de su pasión por el basquetbol.
Durante el evento, se vivieron momentos de emoción, risas, anécdotas y, sobre todo, una energía humana incomparable. Además, ahí no importaban los títulos ni los triunfos pasados, sino la conexión auténtica entre personas que comparten una misma historia, un mismo sueño y un mismo propósito: seguir impulsando el deporte como una herramienta de transformación social.
Entre los asistentes destacaron figuras entrañables y queridas del basquetbol nacional como Horacio Llamas, Víctor Ávila, Óscar Espitia, el Veneno Contreras, el Diablo Castellanos, Raúl Berreza, Víctor Montero, Miguel Flores, Ronaldo Hernández y Joshua Astudillo.
Todos ellos, amigos de diferentes generaciones, demostraron que la amistad y el respeto pueden trascender el tiempo, el espacio y las canchas. Cada uno llevó consigo historias que hoy se entrelazan para formar un solo legado; la hermandad que fortalece al deporte mexicano.
El liderazgo de Javier Rodea: una visión que une voluntades
Hablar de este encuentro sin mencionar a Javier Rodea sería omitir el alma del proyecto.
Su liderazgo va más allá del deporte. De hecho, es una forma de servir, de inspirar y de construir comunidad.
Desde la Fundación Usos y Costumbres, ha trabajado incansablemente por dar visibilidad a los pueblos indígenas, fortalecer su identidad y abrir espacios donde el talento florece sin importar el origen.

Por ello, su visión es clara; un México unido por sus raíces, donde el deporte sea el lenguaje universal de la igualdad y el respeto.
Gracias a su gestión y al respaldo de la fundación, hoy podemos hablar de un evento que no solo reunió a deportistas, sino a amigos que se convirtieron en familia.
Este encuentro en El Rosario no fue un torneo más. Fue un acto de amor y gratitud hacia todos aquellos que han contribuido al desarrollo del basquetbol indígena. Además, representó un recordatorio de que la verdadera grandeza está en compartir, en sumar, en creer que juntos podemos lograrlo todo.
Amistad que perdura, generaciones que se abrazan
Las canchas de El Rosario fueron testigo de algo que trasciende el tiempo, la amistad genuina que resiste los años, las distancias y los desafíos.
Entre risas y recuerdos, las generaciones de ayer se unieron con las de hoy, demostrando que el espíritu deportivo no envejece, solo se transforma en legado.
Cada encuentro, cada conversación y cada fotografía capturada en este evento reflejaban una verdad que toca el alma:
“La amistad no se mide en años, sino en la huella que deja en los corazones.”
El reencuentro fue también un acto de reconciliación con la historia, una oportunidad para mirar atrás con orgullo y hacia adelante con esperanza; porque cuando los lazos se tejen desde el respeto y el cariño, se convierten en puentes que ninguna distancia puede romper.
Un llamado a la solidaridad y al compromiso nacional
Desde la Fundación Usos y Costumbres, este evento representa más que un logro deportivo; es una invitación abierta a las instituciones, empresarios, líderes políticos y ciudadanos que creen en un México más justo y humano.
Hoy más que nunca, se necesita de su apoyo para seguir impulsando proyectos que den oportunidades reales a las comunidades indígenas, que rescaten su orgullo, su talento y su identidad.
El liderazgo de Javier Rodea y la unión de tantos corazones en El Rosario nos recuerdan que cuando se trabaja con amor y propósito, el resultado siempre trasciende.
Un legado que apenas comienza
Lo vivido en El Rosario no fue un final, sino un nuevo comienzo.
La hermandad demostrada en este evento es la semilla de un futuro donde el deporte indígena se consolide como símbolo nacional, donde cada niño y niña pueda soñar con un balón en las manos y con la certeza de que sí es posible llegar lejos.
La Fundación Usos y Costumbres seguirá caminando con firmeza, fortaleciendo los lazos que nos unen como nación, porque en la amistad, en el deporte y en nuestras raíces, está la verdadera grandeza de México.